miércoles, 18 de agosto de 2010

El catalán


Información de la Gran Enciclopedia Planeta: 


Dominio lingüístico del catalán


El catalán se habla actualmente en Cataluña, en la franja oriental de Aragón (tierras de Huesca, Zaragoza y Teruel), en la Comunidad Valenciana (excepto en las comarcas occidentales), en la región murciana del Carxe, en las Islas Baleares, en Andorra, en parte del departamento francés de Pyrénées-Orientales y en la ciudad de Alguer, de la isla italiana de Cerdeña. Este conjunto de territorios, distribuidos en cuatro estados, abarca casi 60.000 km2 y cuenta con alrededor de doce millones de habitantes, aunque muchos de ellos no tienen el catalán como primera lengua. Se estima que a mediados de la década de 1980 entendían el catalán más de nueve millones de personas, lo sabían hablar más de seis, lo podían leer más de cinco y cerca de dos millones y medio sabían escribirlo con suficiente corrección.
En España, la Constitución de 1978 estableció que el catalán comparte oficialidad con el castellano en las comunidades donde es la lengua propia. En Andorra, el catalán es la única lengua oficial, mientras que en las zonas francesa e italiana carece de carácter oficial y su aprendizaje en la escuela es voluntario.

Ámbito geográfico del catalán.

Características gramaticales y léxicas
A pesar de las diferencias dialectales, el catalán presenta una notable cohesión léxica, semántica, fonética, morfológica y sintáctica.


• Estructura fonética y fonológica
La estructura fonética del catalán es parecida a la de las otras lenguas románicas de la zona, aunque varía según los dialectos.
El sistema vocálico está formado por siete fonemas: /a/, representado gráficamente por a; /`/ y /e/, representados gráficamente por e; /i/, representado gráficamente por i; /d/ y /o/, representados gráficamente por o; y /u/, representado gráficamente por u. Existe también el sonido /_/, que se representa gráficamente con una a o una e, y se considera una variante de los tres primeros fonemas; se encuentra siempre en posición átona, excepto en el dialecto balear.
En cuanto a las consonantes, se distinguen las parejas oclusivas /b/ y /p/, /d/ y /t/, /g/ y /k/, las parejas de fonemas fricativos /s/ y /z/, /:/ y /;/, y los africados /$/ y /#/; el fonema /f/, con su correspondiente sonoro /v/ sólo en una pequeña parte del territorio; los fonemas nasales /m/, /n/ y /L/; los fonemas laterales /l/ y /F/, y los fonemas vibrantes /r/ y /Y/. Existen también los sonidos [y] y [w], que para algunos lingüistas deberían ser considerados fonemas y para otros son variantes de /i/ y /u/.


• Estructura morfológica y sintáctica
En la flexión nominal, el rasgo más característico es la desaparición, casi siempre, del sufijo -o propio del masculino: nen/nena (niño/niña). El plural suele formarse añadiendo el sufijo -s (nennens; niño, niños), aunque en algunos casos debe añadirse una -o antes de la -s, especialmente detrás de un sonido sibilante, como /:/ o /s/ (peixpeixos; pez, peces).
La flexión de los artículos, posesivos, cuantitativos y otros determinativos presenta complicaciones debido a las elisiones. En catalán existen más contracciones que en castellano (de + els = dels; de los).
Un rasgo peculiar del sistema verbal catalán es que, menos en el valenciano, no se usan las formas simples del pretérito perfecto de indicativo –aunque existen y se emplean en lenguaje literario–, sino una forma compuesta (vaig cantar, en lugar de cantí; canté).
La formación de palabras se basa en la derivación y la composición. La primera consiste en la adición de morfemas derivativos a una raíz léxica: por ejemplo, fusta (madera) tiene un lexema, fust-, al que se puede añadir el sufijo -er y obtener fuster (carpintero). La segunda se basa en la unión de dos lexemas o en una unión semántica de varias palabras. Los modelos básicos de composición en catalán son los formados por un verbo y un nombre (somiatruites, soñador), dos nombres (filferro, alambre), un nombre y un adjetivo (celobert, patio de luces) y un adjetivo y un nombre (pèl-roig, pelirrojo).
La estructura sintáctica básica del catalán es la de sujeto-verbo-predicado. Entre sus mayores peculiaridades sintácticas cabe destacar la de su complejo sistema pronominal.


• El léxico
La mayor parte del léxico catalán es, como el castellano, de origen latino. Sin embargo, los conceptos fundamentales a menudo son designados con palabras cuyo origen etimológico es distinto del de las palabras usadas en castellano (p. ej., menjartaulanebotcosírespor...; comer, mesa, sobrino, primo, nada, miedo...). El léxico catalán, por otra parte, se parece más al de las lenguas galorrománicas, como el francés y el occitano, que al del castellano.
Parece que la influencia del árabe fue mayor en el castellano y el portugués que en el catalán, aunque también en esta lengua es importante, sobre todo en los dialectos meridionales. El catalán tiene, asimismo, un número considerable de germanismos.
Aunque el catalán tiene un léxico bastante uniforme en su dominio lingüístico, pueden distinguirse dos grandes bloques: occidental y oriental. A veces, un mismo concepto es designado con palabras diferentes, de origen etimológico distinto, como sucede con espill (espejo), propio del catalán occidental, y mirall (espejo), propio del catalán oriental.
La adopción de préstamos, palabras de otras lenguas que designan conceptos que no existían antes, es también importante en el catalán. Los más habituales son los préstamos del castellano, pero también abundan los del francés y el inglés.
Como todas las lenguas de cultura, el catalán posee un léxico culto de origen grecolatino.

División dialectal
Pueden distinguirse dos grandes grupos de dialectos: los del catalán oriental y los del catalán occidental. Mientras que los primeros neutralizan, en posición átona, las vocales ae abierta y e cerrada en /_/, y o cerrada y o abierta en /u/, los del segundo sólo neutralizan e cerrada y e abierta en ecerrada, y o cerrada y o abierta en o cerrada.


• Dialectos orientales
Los dialectos orientales son cuatro: el central, el insular, el septentrional y el alguerés.
  • — Catalán central: Es el que tiene mayor número de hablantes. Su rasgo más significativo es el cierre de la o en u y la confusión de a y e en /_/ en posición átona.
  • — Catalán insular: Llamado también balear (mallorquín, menorquín e ibicenco). Sus rasgos más característicos son la conservación de la vocal neutra en posición tónica, la ausencia de desinencia en la primera persona del presente de indicativo (jo cant) y el uso del artículo essa (del latínipse) en vez de ella. También posee una cantidad importante de léxico propio.
  • — Catalán septentrional: Denominado también rosellonés, es el dialecto hablado en las comarcas catalanas del Estado francés (Rosellón, Vallespir, Conflent, Capcir y Cerdaña). Se caracteriza por el paso de u a o cerrada (llop > llup, lobo) y el uso de un solo timbre de apertura mediana de e y o. La primera persona del presente es jo canti, y no jo cant[u]. El léxico también presenta influencias occitanas y francesas.
  • — Catalán alguerés: Hablado en Alguer, se caracteriza por la ausencia de desinencia en la primera persona del presente de indicativo y por muchos rasgos particulares debidos a arcaísmos y a la evolución interna del dialecto.

• Dialectos occidentales
El catalán occidental comprende el dialecto nordoccidental y el meridional.
  • — Catalán nordoccidental: Hablado en las comarcas del Segre y del Ebro, presenta algunas diferencias en la morfología verbal. La desinencia de la primera persona del presente de indicativo es -o (jo canto, frente a jo cant[u]). Morfosintácticamente mantiene la distinción esteixaquell(este, ese, aquel), que en el oriental se reduce a aquestaquell. El vocalismo átono distingue a y e. Existe la variante lolos del artículo por elels. El léxico presenta algunas distinciones respecto al oriental.
  • — Catalán meridional: Llamado habitualmente valenciano, abarca el área catalanohablante de la Comunidad Valenciana. Ofrece muchos rasgos comunes con el nordoccidental y tiene distintos subdialectos. La distinción de las átonas a y e y el mantenimiento de o átona sin confundirse conu constituyen uno de sus rasgos característicos. Es general la forma de la primera persona del presente de indicativo jo cante. El léxico es similar al del nordoccidental. En algunas zonas es también habitual la pronunciación de la r final del infinitivo (cantar), que no se da en el resto del dominio.

Formación y evolución del catalán

El catalán, como las demás lenguas peninsulares excepto el vasco, es una lengua de origen románico, es decir, que proviene del latín. La primera colonia romana se instaló en Empúries (Ampurias) en el año 218 a.C. Desde entonces, y a lo largo de seis siglos, el latín se fue extendiendo por toda la Península y fue desplazando a las lenguas locales, aunque éstas imprimirían ciertos rasgos en los nuevos idiomas romances. Las posteriores invasiones de los pueblos germánicos y árabes también dejarían huella en el catalán.
Parece que el catalán hablado era un hecho entre los ss. VIII y IX. Su expansión está ligada a las conquistas de la Corona de Aragón, primero con la repoblación de los territorios reconquistados a los musulmanes de la Catalunya Nova (Cataluña Nueva) y, más tarde, con las conquistas de las islas Baleares (Mallorca en 1229, Ibiza en 1235 y Menorca en 1287). El Reino de Valencia fue incorporado a la Corona entre los años 1233-1248, y su repoblación se efectuó con gentes de origen catalán y aragonés, por lo que, según la zona, se instauró uno u otro idioma. La Corona de Aragón tuvo bajo su dominio distintos territorios mediterráneos, pero el catalán sólo se introdujo en Alguer (1372).
A partir del s. XVI, el castellano entró en la corte catalana y convivió con el catalán, aunque no sucedió lo mismo en los ambientes populares. En 1659, por el tratado de los Pirineos, el Rosellón quedó bajo el dominio francés. En el s. XVIII, tras la guerra de Sucesión, Felipe V suprimió todos los fueros propios y el catalán fue suplantado por el castellano.
A mediados del s. XIX se inició el movimiento de la Renaixença, que reivindicó el valor literario del catalán. A principios del s. XX, y sobre todo con la llegada de la II República, el catalán recuperó una cierta normalidad. La dictadura franquista prohibió de nuevo el uso del catalán, situación que se mantuvo hasta la llegada de la democracia.
La normativización del catalán se inició a principios del s. XX con la fundación del Institut d'Estudis Catalans (1907), en cuyo seno desarrollaría su trabajo Pompeu Fabra.

Diccionari Ortogràfic Abreujat (1917; Diccionario Ortográfico Abreviado) de Pompeu Fabra


La literatura catalana, desde los orígenes hasta el s. XV
La literatura catalana, como la de las otras lenguas romances, apareció cuando hacía un tiempo que el latín vulgar había dejado de ser la lengua coloquial y se había convertido en un nuevo idioma. Es probable que ya en el s. VIII existiera una literatura popular oral en catalán, aunque la literatura culta continuara escribiéndose en latín. Los primeros textos con fragmentos en catalán tuvieron una finalidad práctica, no literaria: tal es el caso del Liber Iudiciorum, un código de leyes visigodas de principios del s. XII. De finales del s. XII o principios del s. XIII datan las Homilies d'Organyà, un misal con comentarios sobre el Evangelio, primer texto que se conserva escrito enteramente en catalán.


• La poesía trovadoresca
Las primeras manifestaciones en Cataluña de literatura culta en lengua románica no fueron en catalán, sino en provenzal. Se trata de las poesías trovadorescas, originarias de Occitania (s. XI), en el sur de la actual Francia, desde donde se extendieron por todo el Occidente europeo. En Cataluña su influjo fue tan decisivo que los poetas no sólo adoptaron el tema y el estilo, sino también la lengua. Los trovadores catalanes más destacados fueron Guillem de Berguedà, Guillem de Cabestany y Cerverí de Girona, de los ss. XII y XIII.
El tema central de estas composiciones era el amor del poeta por una dama: el amor cortés o fin'amor (amor leal). La relación que se establecía entre amador y amada era de tipo feudal, ya que la dama era dueña del corazón del poeta y éste debía servirla como si fuera su vasallo.

El género por excelencia fue la cansó (canción), de tema amoroso y destinado a honrar a la dama; tenía entre cinco y siete estrofas (coblas) que contenían el mismo número de versos y un verso final más corto, la tornada, donde se desvelaba el pseudónimo o señal que ocultaba el nombre de la dama. Otros géneros trovadorescos fueron el sirventés (satírico), el alba (sobre la separación de los amantes al amanecer), la pastorela (diálogo poético entre un caballero y una pastora), el plany (lamento por un difunto) y la tensó (disputa).
La poesía lírica se siguió escribiendo en lengua provenzal hasta el s. XV, aunque ya desde el s. XIV era casi toda en catalán, con algunos provenzalismos.

Inicial miniada (Biblioteca Nacional de Francia, París), con la imagen de Guillem de Cabestany, trovador rosellonés, célebre por su canción Lo dous cossire (La dulce tristeza)



• La narrativa medieval
Las obras más importantes de la narrativa medieval son las de Ramon Llull, primer autor que escribió sobre filosofía en una lengua romance, considerado el creador de la prosa catalana; las Cròniques (Crónicas), ejemplo de prosa historiográfica, y la obra de Bernat Metge, precursor del humanismo renacentista.
Ramon Llull (1232-1316) llevó una vida disoluta hasta los 30 años, momento a partir del cual se dedicó a escribir, en varias lenguas –latín, árabe, provenzal y catalán–, obras para convertir a árabes y judíos al cristianismo. Sus principales obras son Libre de Evast e Aloma e de Blanquerna son fill(Libro de Evast y de Aloma y de Blanquerna su hijo) y Fèlix o Libre de meravelles (Félix o Libro de maravillas), donde la voluntad literaria convive con la intención didáctica de dar a conocer al pueblo las maravillas de Dios. Otros escritores religiosos de la edad media fueron Arnau de Vilanova, Francesc Eiximenis, Vicent Ferrer y el converso al islam Anselm Turmeda.




Como en la mayoría de lenguas románicas, existieron cantares de gesta en catalán, pero se han perdido. Sólo se conservan fragmentos prosificados en las Cròniques, extensas narraciones en prosa de hechos históricos, de carácter épico y destinadas a ser leídas. A partir del s. XIII, las crónicas se escribirían en catalán, como las cuatro famosas crónicas de Jaime I, Bernat Desclot, Ramon Muntaner y Pedro el Ceremonioso. Todas ellas tienen la figura del rey como eje central, están narradas en tono heroico y poseen un gran valor literario y lingüístico. La primera gran crónica es el Libre dels feyts (Libro de los hechos), dictada por el rey Jaime I a sus colaboradores. Tiene forma de memorias autobiográficas y expone las gestas de su mandato en un tono épico y militar. La Crònica de Bernat Desclot o Libre del rei En Pere (Libro del rey Pedro) tiene como protagonista a Pedro II el Grande, aunque abarca reinados anteriores. La Crònica de Ramon Muntaner trata con especial interés la expedición catalana a Oriente protagonizada por los almogávares dirigidos por Roger de Flor. La Crònica de Pere el Cerimoniós (Crónica de Pedro el Ceremonioso) fue escrita por el propio rey a imitación de su bisabuelo, Jaime I, para justificar su política.
Otro autor destacable de la época fue Bernat Metge (1340/1346-1413), que escribió obras en verso, como el Sermó (Sermón), parodia irreverente de los sermones y la moral cristiana, y obras en prosa, como Lo somni (El sueño), escrita con el objetivo de ganarse el favor del rey Martín I el Humano, y que puede ser considerada una primera manifestación del humanismo en la península Ibérica.
Grabado de una obra de Francesc Eiximenis en la que aparecen las torres de Serrans, una de las puertas de la ciudad de Valencia, construidas en 1396 (Biblioteca de la Universidad de Barcelona, España). Eiximenis fue una personalidad relevante en la Valencia de su tiempo, que vivía uno de sus momentos de máximo esplendor.


• La literatura en el s. XV
El s. XV ha sido llamado también el siglo de oro de la literatura escrita en catalán. A él pertenece Ausiàs March, tal vez el mayor poeta en lengua catalana, y en él se escribieron dos novelas capitales: Curial i Güelfa y Tirant lo Blanc.

A partir del s. XIV, la poesía trovadoresca evolucionó hacia nuevas formas. Apareció lo que sería el verso clásico catalán, el decasílabo, con cesura en la cuarta sílaba. Algunos autores empezaron a mostrar influencias de la lírica italiana, especialmente de Dante y Petrarca, aunque en la mayoría persistieron elementos de la lírica provenzal.

Ausiàs March (1397-1459) escribió 128 poemas de temática variada y que presentan en su mayoría la estructura de la canción tradicional, es decir, estrofas de ocho versos decasílabos y una tornada de cuatro versos al final. Su poesía amorosa está dirigida a Llir entre cards (Lirio entre cardos) o a Plena de seny (Llena de juicio), nombres que daba a sus amadas. Posiblemente, la muerte de su segunda esposa le inspiró Cants de mort (Cantos de muerte). El Cant espiritual (Canto espiritual) se considera su obra capital. La poesía de March se caracteriza por la introspección y el análisis, por una expresión con cambios de tono (en los que se alternan la angustia y el dolor con un gran vitalismo) y por un estilo lleno de imágenes sencillas, incluso prosaicas, pero llenas de emoción.

La literatura del s. XV ofrece dos de las novelas más representativas del género caballeresco, donde un héroe de ficción personifica el ideal de caballero: fidelidad, desprecio hacia el dolor y la muerte, ansias de gloria y libertad, y defensa de su dama, su señor, las doncellas y los débiles. La primera, Curial i Güelfa, una novela anónima escrita entre 1435 y 1462, narra las relaciones entre un joven caballero sin fortuna, Curial, y una dama noble, Güelfa. Tras múltiples aventuras y situaciones críticas en su relación, los amantes alcanzan su objetivo: el matrimonio. La obra destaca por la psicología de los personajes y el análisis irónico de sus debilidades.
La otra gran novela de la época es Tirant lo Blanc (1490; Tirante el Blanco), el único libro de caballerías que don Quijote salva de la hoguera. Se la considera precursora de la novela moderna catalana por su técnica narrativa objetiva y el análisis psicológico de los personajes. Fue escrita por Joanot Martorell (1414-1468), quien murió sin acabarla; la última parte la escribió, posiblemente, su amigo Martí Joan de Galba. Narra la historia de Tirant lo Blanc, joven caballero bretón que se desplaza a Constantinopla para luchar contra los turcos. Allí se enamora de Carmesina, y ésta de él, pero su amor halla numerosos obstáculos. Las relaciones amorosas de los personajes se complementan con las acciones militares de Tirant y sus compañeros.
Otra novela del s. XV que merece atención es Spill (El espejo), de Jaume Roig (?-1478), de carácter misógino, escrita en verso. Frente al prototipo de las novelas caballerescas, el protagonista es un perdedor y tiene una visión pesimista de la realidad.


La Decadència
La edad moderna coincidió en Cataluña con una pérdida del valor literario de antaño. Es la llamada época de la decadencia, cuyas causas fueron de diversa índole: política, social y económica. La literatura culta sufrió un proceso de castellanización que no se dio en la literatura popular, cuya vitalidad llegó en esta época a su máximo apogeo con cuentos sobre animales o historias de carácter lúdico, recogidos en los ss. XIX y XX por los folcloristas Antoni Maria Alcover o Joan Amades.

El autor más destacado del s. XVI fue Cristòfor Despuig (1510-1561), cuya obra Los coŀloquis de la insigne ciutat de Tortosa describe acontecimientos de su ciudad, Tortosa, y de Cataluña en honor de la nación catalana. Defendía el uso de su lengua y se quejaba del abandono que sufría por parte de los caballeros del país. El poeta más importante fue el también pintor Pere Serafí (1505/1510-1567), quien dominó la técnica poética y el léxico, y se presenta como un poeta culto y representativo del movimiento cultural del renacimiento.
Durante el barroco, los poetas catalanes fueron imitadores de la poesía española de la época. Cabe destacar a Francesc Vicent Garcia (1582-1623), conocido como el Rector de Vallfogona, cuyas poesías reflejan características propias del barroco: gusto por la ampulosidad, ilusiones ópticas, ideas oscuras, actitud vitalista, conceptualismo, ingenio lingüístico y uso de paradojas. Del s. XVIII es Rafael d'Amat (1746-1818), barón de Maldà, autor de una obra documental de escaso interés literario titulada Calaix de sastre (Cajón de sastre).


La Renaixença

La Renaixença es el nombre con que se conoce el movimiento de resurgimiento cultural que tuvo lugar en las tierras de habla catalana a partir de la década de 1830 y durante casi todo el s. XIX, y que se propuso la recuperación del catalán como lengua de cultura y la creación de una literatura nacional comparable a las europeas. El término, que significa "renacimiento" y expresa una situación opuesta a la "decadencia" de los siglos anteriores, procede de un periódico fundado en 1871.

En la gestación de la Renaixença desempeñó un papel fundamental el romanticismo europeo, de quien heredó su interés por los vencidos y la libertad, la exaltación del pasado y de la edad media y la reivindicación de lo nacional y de las formas literarias populares.

En la década de 1820 se creó la revista El Europeo, donde se dieron a conocer autores como Schlegel, Byron, Walter Scott y Manzoni. La literatura deEl Europeo era melancólica y sentimental, se oponía a las reglas clásicas y defendía la libertad creativa. Tras la desaparición de El Europeo se fundó la revista El Vapor, que refleja una toma de conciencia respecto al catalán como lengua nacional y de cultura. En ella publicó Bonaventura Carles Aribau (1798-1862), el artífice de ambas revistas, el poema La pàtria (1833), que muestra una clara voluntad reivindicativa de asociar lengua y nación. Tanto la revista como el propio poema se consideran el punto de partida de la Renaixença, aunque ésta fue en realidad el resultado de un proceso de recuperación de la lengua y cultura catalanas iniciado en la segunda mitad del s. XVIII.


• Desde 1833 hasta 1871
Suelen señalarse dos etapas en la evolución de la Renaixença: la comprendida entre 1833 y 1871 y la que abarca desde esta fecha hasta la aparición del modernismo. En la primera, muy vinculada al romanticismo, se establecen las bases del movimiento y se inicia el proceso de recuperación nacional en lo que a cultura se refiere, un proceso que a partir de 1859 se estructura e institucionaliza con la creación de los Jocs Florals (Juegos Florales). Estos concursos, dirigidos a promocionar la creación de la literatura catalana, premiaban las mejores poesías de tema patriótico, religioso y amoroso, y tuvieron desde el principio un gran éxito.
Entre los autores más representativos de esta primera época figuran, además de Aribau, Manuel Milà y Fontanals, Joaquim Rubió i Ors, Josep Lluís Pons i Gallarza, Marià Aguiló y Teodor Llorente. Cabe mencionar también las revistas La Palma y El Mole, que introdujeron el romanticismo, respectivamente, en Mallorca y las tierras valencianas.


• Desde 1871 hasta los inicios del modernismo
A partir de 1871 apareció la segunda generación renaixentista, cuyos máximos representantes fueron el poeta Jacint Verdaguer, el dramaturgo Àngel Guimerà y el novelista Narcís Oller. Durante esta segunda etapa de la Renaixença, el romanticismo coexistió con los nuevos movimientos culturales europeos, como el realismo y el naturalismo. En la última década del s. XIX surgieron los autores de lo que sería una nueva generación literaria: el modernismo, que aunque heredó la voluntad de recuperación nacional de la Renaixença, se opuso en cambio a sus parámetros estéticos.


• Jacint Verdaguer
Jacint Verdaguer
El poeta más importante del romanticismo catalán fue Jacint Verdaguer (1845-1902). Su producción abarca distintos ámbitos. El más importante es el de la poesía épica, con los poemas extensos L'Atlàntida (1877) y Canigó (1885); este último narra el origen legendario de Cataluña hacia el año 1000. Verdaguer dejó también una abundante producción de poesía lírica de tema patriótico y religioso, y algunas obras en prosa, entre las cuales destaca la recopilación de artículos En defensa pròpia. Se le considera el creador de la lengua literaria catalana contemporánea y el difusor de la cultura catalana a escala internacional.

El poema Canigó, de Jacint Verdaguer, tuvo una repercusión inmediata. Cartel de la representación en 1910 de la versión escénica de la obra realizada por Josep Carner, con música de Jaume Pahissa




                                                     • Narcís Oller
Narcís Oller
En la narrativa, la gran figura fue Narcís Oller (1846-1930), el creador de la novelística catalana moderna. Entre sus obras más importantes se encuentran La papallona (1882; La mariposa), que logró un gran éxito en Europa y fue saludada como introductora del naturalismo en Cataluña; La febre d'or (1890-1892; La fiebre del oro); L'escanyapobres (1884; El avaro); La bogeria (1899; La locura), y Pilar Prim. En Oller, los rasgos realistas y naturalistas, como el determinismo, el positivismo filosófico y la objetividad, conviven con cierta emotividad y sentimentalismo de cuño romántico.






• Àngel Guimerà
Àngel Guimerà
El teatro tuvo como figuras más representativas a Frederic Soler (1839-1895), conocido también como Serafí Pitarra, y, sobre todo, a Àngel Guimerà (1845-1924).

La producción dramática de Guimerà puede dividirse en tres etapas: en la primera, plenamente romántica, escribió piezas de teatro situadas en épocas pasadas, como Gal·la Placídia (1879), Judith de Welp (1879) y Mar i cel (1888; Mar y cielo), que fue la obra que lo consagró. En la segunda etapa se situó en un término medio entre el romanticismo y el realismo; de esta época son obras como Maria Rosa (1894); Terra baixa (1897; Tierra baja), la más universal de su producción, donde desarrolla la oposición romántica entre la montaña, paraíso puro, y el llano, ámbito de la civilización corrompida, y La filla del mar (1900; La hija del mar). En los últimos años de su vida experimentó con el naturalismo y el modernismo, pero no consiguió con estas obras el éxito alcanzado con las anteriores. Guimerà supuso la restauración definitiva del teatro catalán y su difusión internacional.


La literatura modernista
El modernismo fue un movimiento cultural que se extendió por todo Occidente a finales del s. XIX. En Cataluña adoptó la forma de un amplio y complejo movimiento de renovación cultural. El arte por el arte, el arte total, la idea del artista como demiurgo y el decadentismo fueron sus características básicas.


                                                              • Joan Maragall
Joan Maragall
Destacan los mallorquines Miquel Costa i Llobera y Joan Alcover, Apeŀles Mestres y, sobre todo, Joan Maragall (1860-1911). Las obras más importantes de este último son Poesies (1895; Poesías), Visions i cants (1900; Visiones y cantos), Les disperses (1904; Las dispersas), Enllà (1906, Allá) ySeqüències (1911; Secuencias). Maragall fue el introductor de la filosofía de Nietzsche, lo cual trascendió en su poesía, en la que existe una gran vitalidad representada por personajes de la mitología nacional, como en El comte Arnau (El conde Arnau).
Joan Maragall (1959), por Ramon Pichot (Real Academia de Buenas Letras, Barcelona, España)

• Los narradores
El tema más habitual en la narrativa modernista fue la vida rural en su aspecto más descarnado. Autores como Raimon Casellas, Josep Pous i Pagès o Salvador Galmés ofrecen una visión pesimista y negra del mundo rural, en el que el héroe se siente oprimido y debe huir. Joaquim Ruyra (1858-1939) y Prudenci Bertrana (1867-1941) fueron dos de los máximos exponentes de la narrativa modernista. Sus obras presentan una visión brutal de la realidad, donde están presentes el erotismo, el masoquismo, la perversión o la demencia.
Caterina Albert (1869-1966), que utilizó el pseudónimo de Víctor Català, fue posiblemente la principal autora del movimiento. En Solitud (1905;Soledad) analiza la angustiosa soledad de la protagonista, Mila, reflejo de la mujer moderna e independiente.


• Santiago Rusiñol
Santiago Rusiñol
El autor más representativo y popular del modernismo fue Santiago Rusiñol (1861-1931). Su principal obra, L'auca del senyor Esteve (1907; Las aleluyas del señor Esteve), plantea los problemas que preocupaban a la burguesía de su tiempo, de la que él procedía. La obra, escrita primero como novela, narra con ironía y humor la tragedia de una familia de tenderos cuyo hijo quiere ser escultor, lo que supone la ruptura de la tradición familiar. De estilo popular y un humor sorprendente, se convirtió en un estereotipo de la burguesía catalana.

La literatura catalana en el s. XX
El s. XX se caracterizó en Cataluña, como en toda Europa, por la multitud de estilos y la rapidez con que éstos se sucedieron. Se desarrollaron distintos movimientos, como el noucentisme, que se caracterizó por la recuperación del clasicismo, del civismo, del nacionalismo o del mediterraneísmo; o las vanguardias, amalgama de distintos estilos más o menos rupturistas y efímeros. Se recibió, asimismo, la influencia del movimiento existencialista y del realismo social.


• La poesía
De entre todos los poetas del s. XX destaca Josep Carner (1884-1970), autor representativo del noucentisme. Su poesía es objetiva, de influencia clásica, pero con tonos nostálgicos e incluso pesimistas. La atracción por lo cotidiano, la soledad y la poetización de lo humilde son algunas constantes en su poesía. Su obra más emblemática, publicada en 1941, fue Nabí ("profeta", en hebreo), que recrea la historia bíblica de Jonás. El poema se mueve entre la fe y el escepticismo, la ilusión y el desengaño, la nobleza de quien se sacrifica por un ideal y la miseria del miedo.
Otro gran poeta fue Carles Riba (1893-1959), uno de los intelectuales más completos de la literatura catalana moderna, ya que, además de la poesía, cultivó la narración y la crítica literaria, y también fue traductor. Su poesía, intelectual y emotiva, parte de la experiencia, pero sin contarla, y lleva su reflexión personal a un punto de vista universal. Estances (1919 y 1933; Estancias) y Elegies de Bierville (1942; Elegías de Bierville) fueron sus obras más representativas.
En el movimiento vanguardista destacó Joan Salvat-Papasseit (1894-1924), que se movió entre el futurismo y el realismo, aunque sin abandonar algunos elementos de la tradición literaria. Sus Poemes en ondes hertzianes (1919; Poemas en ondas hertzianas) y L'irradiador del port i les gavines (1921;El irradiador del puerto y las gaviotas) son dos muestras representativas del futurismo catalán.
Josep Vicenç Foix (1893-1987) escribió poesía y prosa poética. Su voluntad vanguardista se combinó con un gran respeto y admiración hacia la tradición de los poetas medievales como Ausiàs March o Dante. De su obra cabe mencionar Gertrudis (1927), Sol, i de dol (1947; Solo, y doliente) y Les irreals omegues (1949; Las irreales omegas).
A mediados de siglo aparecieron nuevas corrientes, como el existencialismo, representado por Joan Vinyoli (1914-1984) y Salvador Espriu (1913-1985); o el realismo social, encarnado por Pere Quart (pseudónimo de Joan Oliver, 1899-1986), Vicent Andrés Estellés (1924-1993) y Miquel Martí i Pol (1929). Gabriel Ferrater (1922-1972), cuya obra fue escrita en la década de 1960, se sitúa también bajo el epígrafe del realismo. Otros poetas son Joan Brossa (1919-1998), que mantuvo vivo el espíritu de las vanguardias, y Josep Palau i Fabre (1917). A partir de la década de 1970 aparecieron poetas de obra notable como Narcís Comadira (1942), Francesc Parcerisas (1944), Pere Gimferrer (1945) o Maria Mercè Marçal (1952-1998).
Ilustración de Antoni Ollé i Pinell para L'ingenu amor (1924), de Carles Riba. Además de poeta, Carles Riba fue un extraordinario filólogo clásico y tradujo a autores como Homero y Sófocles del griego al catalán

• La narrativa
Uno de los narradores más prolíficos de la literatura del s. XX fue Josep Pla (1897-1981), cuya obra abarca dietarios, retratos literarios, biografías, ensayos, libros de viajes y reportajes políticos. Pese a esta diversidad, su obra posee una unidad clara. Una visión escéptica y la voluntad de dejar testimonio de la memoria colectiva y del paso del tiempo fueron constantes en sus obras. Profundamente clasicista, admirador del enciclopedismo francés, antirromántico y antibarroco, Pla repudiaba incluso el refinamiento de los novecentistas. Fue un escritor muy realista, que presentó con amargura y escepticismo el mundo que le había tocado vivir. De su obra cabe destacar El quadern gris (1966; El cuaderno gris).
En el primer tercio del siglo, un novelista relevante fue Josep Maria de Sagarra (1894-1961), también poeta y autor teatral. Su novela realista Vida privada (1932) logró escandalizar a su época.
Autores de novela psicológica fueron el mallorquín Llorenç Villalonga (1897-1980) y Mercè Rodoreda (1909-1983). Rodoreda se centró en las relaciones insatisfactorias entre hombre y mujer y en el sentimiento de frustración de ésta. Ofrece una visión pesimista de la vida y una constante interiorización en los sentimientos de sus personajes. Entre sus obras destacan La plaça del Diamant (1962; La plaza del Diamante) y Mirall trencat(1974; Espejo roto).

Pere Calders (1912-1996) escribió sobre todo cuentos, en los que la realidad se presenta como la más maravillosa de las fantasías. La imaginación y la ironía fueron sus principales armas, y el mundo descrito se sitúa siempre entre la realidad y la magia.

Manuel de Pedrolo (1918-1990) fue un prolífico novelista que cultivó temas y estilos muy variados, desde la novela existencial hasta la ciencia ficción y la novela policíaca.
Entre los autores nacidos después de la Guerra Civil, cuyas obras aparecieron a partir de 1970, cabe citar a Terenci Moix (1945-2003), Carme Riera (1948) y Quim Monzó (1952), con influencias diversas, desde las vanguardias hasta el mundo del cómic o los medios de comunicación.

Josep Pla dotó a su escritura de un punto de vista y un tono característicos que unificarían toda su extensa obra
Carme Riera se dio a conocer en 1975 con el libro de relatos Te deix, amor, la mar com a penyora (Te dejo, amor, en prenda el mar)


• El teatro
Sagarra se relacionó con los autores del noucentisme, pero su obra puede calificarse como neorromántica. El vitalismo, la exaltación de la libertad individual y el sentimentalismo son rasgos presentes en toda su producción teatral. Fue uno de los dramaturgos más conocidos y representados, ya que logró el favor de un público muy amplio. Algunas de sus obras teatrales más famosas son Un estudiant de Vic (1927; Un estudiante de Vich),L'hostal de la Glòria (1931; El hostal de Gloria) y El cafè de la Marina (1933).

Espriu representó una nueva concepción literaria dentro del panorama catalán. La angustia y el dolor fueron las constantes de su obra y anticiparon rasgos del existencialismo francés. Entre sus obras teatrales más conocidas figuran Primera història d'Esther (1948; Primera historia de Ester), Antígona(1955) y Una altra Fedra, si us plau (1978; Otra Fedra, por favor).

Oliver cultivó un teatro irónico y amargo, que en ocasiones llega al sarcasmo o a la parodia. Su temperamento se caracterizó por el racionalismo, la ironía, el escepticismo y una fuerte atracción por el realismo. De entre sus obras sobresalen La fam (1938; El hambre) y Ball robat (1958; Baile robado).
Otros dramaturgos en la segunda mitad del s. XX son Josep Maria Benet i Jornet (1940), Jordi Teixidor (1939) y Rodolf Sirera (1948), cuyo teatro se caracteriza por una actitud crítica frente a la sociedad que los rodea.

1 comentario:

  1. Ep! que potser en t'has oblidat d'en Joan Salvat Papasseit!
    ... I també de Manuel Vázquez Montalván...
    Au, salut.

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